En este documento vamos a ocuparnos de la reorientación de la enseñanza a la cual nos invita la Prioridad centrada en la Mejora de los aprendizajes: poner el foco de la formación en el desarrollo de capacidades fundamentales a fin de que los estudiantes puedan apropiarse de aquellos saberes personalmente significativos y socialmente relevantes, que son centrales y necesarios para el pleno desarrollo de sus potencialidades, su participación en la cultura y su inclusión social. En este marco, Abordaje y resolución de situaciones problemáticas se constituye en una de las capacidades fundamentales con mayor incidencia en los procesos de construcción del sentido de los conocimientos por parte de niños, jóvenes y adultos.
Como punto de partida de las reflexiones que nos ocuparán en este documento, es importante advertir que el surgimiento de una situación problemática para el estudiante no aparece por el simple hecho de que el docente se la presente y plantee como tal. Hace falta que el niño, joven o adulto –con la mediación de quien enseña- se acerque a ese problema, lo conozca, lo entienda; es decir, necesita abordarlo, para poder comprenderlo, interiorizarlo, asumirlo. Sólo así tendrá sentido pensar en alternativas de solución a esa situación problemática (proceso de resolución).
1Nos ocupamos específicamente del desarrollo de la capacidad abordaje y resolución de situaciones problemáticas
entendiendo que la capacidad ya está en potencia en los estudiantes y que cabe a la escuela y los docentes promover ese desarrollo.
2 En el marco del Programa Nacional Nuestra Escuela, este material de acompañamiento está destinado a instituciones educativas de Nivel Inicial, Primario y Secundario. En las Modalidades Educación Especial, Educación Técnica, Educación Rural, Educación de Jóvenes y Adultos corresponderá a cada escuela decidir qué procesos
situados y adecuaciones debe promover en función de su proyecto, los sujetos y los contextos.
Son capacidades fundamentales aquellas que:
-Se vinculan estrechamente con las principales
intencionalidades formativas de diseños y propuestas
curriculares.
-Se distinguen por su mayor potencia para la apropiación
de contenidos en el marco de aprendizajes relevantes.
-Tienen incidencia directa y positiva en los itinerarios
escolares de los estudiantes.
-Son integrales, no son privativas de un espacio curricular.
Entonces, es posible decir que:
La capacidad de abordar y resolver situaciones problemáticas implica:
asumir la responsabilidad de abordar y resolver una situación problemática,
formarse una idea global acerca de qué trata una situación problemática,
reconocer los componentes de la situación problemática,
analizar y evaluar alternativas de resolución,
seleccionar algún procedimiento de resolución, empleando criterios fundamentados,
[de ser posible] implementar la resolución adoptando estrategias flexibles y variadas,
evaluar los resultados obtenidos.
Considerando el carácter integral e integrador de las capacidades, subrayamos la importancia de superar la representación de que la resolución de situaciones problemáticas se restringe al ámbito de la Matemática. Al respecto, De Guzmán (1992) expresa:
Lo mejor que podemos proporcionarles a nuestros jóvenes es la capacidad autónoma para resolver sus propios problemas; el mundo evoluciona muy rápidamente, los procesos afectivos de adaptación a los cambios de nuestra ciencia y de nuestra cultura no se hacen obsoletos; el trabajo se puede hacer atrayente, divertido, satisfactorio, autorrealizado y creativo, porque muchos de los hábitos que así se consoliden tienen un valor universal, no limitado al mundo de las matemáticas y es aplicable a todas las edades (p. 15).
Por tratarse precisamente de una capacidad–que entendemos como una potencialidad de los sujetos- no es posible afirmar categóricamente que un estudiante ha alcanzado un nivel de desarrollo completo del abordaje y resolución de situaciones problemáticas, del mismo modo que no tiene sentido pensar que alguien “sabe o no sabe resolver situaciones problemáticas”.
Enseñar a abordar y a resolver situaciones problemáticas en el contexto escolar implica brindar oportunidades repetidas para el desarrollo de la capacidad, pero no resulta sencillo indicar un momento concreto en el cual puede decirse que se ha logrado el fin buscado. En este caso, conviene pensarlo más como un camino a ser recorrido que como un punto de llegada (Gobierno de Córdoba, Ministerio de Educación, 2014 a, p.4).
Proponer esporádicamente a los estudiantes que resuelvan situaciones problemáticas no es suficiente, ya que crear condiciones favorables para el aprendizaje de esta capacidad demanda construir progresiones, de manera tal de permitir a los estudiantes un desarrollo también progresivo de la capacidad y que puedan analizar cuánto más saben ahora sobre resolver situaciones problemáticas de lo que sabían antes. Labarrere (en Sigarretay Laborde Chacón, 2004) sostiene:
La solución de un problema3 no debe verse como un momento final, sino como todo un
complejo proceso de búsqueda, encuentros, avances y retrocesos en el trabajo mental. Este complejo proceso de trabajo mental se materializa en el análisis de la situación ante la cual uno se halla: en la elaboración de hipótesis y la formulación de conjeturas; en el descubrimiento y selección de posibilidades; en la previsión y puesta en práctica de procedimientos de solución (p.17).
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